lunes, 6 de julio de 2009

El Armagedón

El Armagedón.

Interpretación profética.
El apóstol Pedro nos da un principio de interpretación profética: "entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo. Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías seductoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina." (2 Pe. 1:20-2:1).

A partir de los textos anteriores se pueden entender varias cosas, de entre las cuales nos concentraremos en una. Esta es acerca de la "interpretación privada" en relación con la forma en que "los santos hombres de Dios" fueron "inspirados por el Espíritu Santo". La palabra traducida como "inspirados" es la palabra griega "feromenoi", que su traducción más fiel sería "movido", en el sentido de ser transportado. Al considerar que el Espíritu Santo usa la mente del profeta para que éste se encuentre en capacidad de transmitir el mensaje, entendemos que el Espíritu Santo mueve (feromenoi) los pensamientos del profeta (santo hombre de Dios) con la finalidad de que el mensaje sea transmitido de la manera en que servirá a los propósitos de la Deidad.

Consideramos, de acuerdo a lectura de la Santa Biblia, que los propósitos divinos se desarrollan en la historia de la humanidad -en otras palabras, lo que Dios le dijo a Adán en el principio, de muchas maneras nos sirve a nosotros también, seis mil años después, para acomodar nuestra vida de acuerdo a los mismos principios; ejemplos de lo anterior tenemos muchos. El Nuevo Testamento por ejemplo está compuesto en su mayoría por cartas de personas ("santos hombres de Dios que hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo") escritas y enviadas específicamente para personas o grupos de personas en un momento determinado de la historia. Pero dichas cartas (en muchos casos personales) son de rotunda importancia para nosotros hoy, de hecho lo consideramos como Palabra de Dios para nosotros, aunque su intención inicial no era esa en la mente del escritor. Pero los propósitos divinos siempre van más allá de lo que el humano percibe.

Por lo anterior el apóstol Pedro nos dice que la profecía bíblica no es de interpretación privada, o sea que no depende de lo que se le ocurrió al profeta cuando lo escribió, o de la aplicación que se le dio en el pasado, sino del Espíritu Santo, a quien le pertenece el crédito por su existencia (de la profecía), y también le pertenece al Santo Espíritu su debida interpretación. Siendo que el Espíritu Santo movió los pensamientos del profeta, podemos concluir que el Espíritu Santo es quien verdaderamente sabe la aplicación (o aplicaciones) precisa de la profecía. De él procede, él la inventó, por lo tanto él sabe su significado.

El apóstol Pablo lo dice de esta manera en 2 Corintios 2:7-14: "Más hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, ... Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿Quién de los hombres conoce las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente."

A través de la historia el conocimiento de las profecías se ha ido desarrollando de acuerdo a la providencia divina, de acuerdo a los propósitos de Dios. La luz de la verdad va en aumento cuanto más se acerca el fin del conflicto entre el bien y el mal, entre Cristo y Satanás. Puesto que nos encontramos más cerca del fin que los hermanos que vivieron en siglos pasados es bíblicamente correcto pensar que la luz que brilla sobre nosotros es al menos mayor. Lo anterior también nos ayuda a entender que en el tiempo que aun falta dicha luz aumentará, siempre de acuerdo a la acción de el Santo Espíritu y a sus planes.

El Armagedón en la historia.
Por muchos años se ha creído que la batalla del Armagedón en el apocalipsis es el antitipo de la batalla espiritual que tuvo que sobrellevar Elías (símbolo del pueblo de Dios fiel a sus mandamientos - los 144000) en el monte Carmelo frente a Acab (poder político - el Dragón), Jezabel (poder religioso - la bestia) y los 400 profetas de Baal y los 400 profetas de Asera (poder espiritual - el falso profeta). Por lo que se concluye que dicha batalla no puede estar ubicada temporalmente sino solamente antes de la segunda venida del Señor Jesús. Dicha conclusión tiene un baluarte en la percepción generalizada de que las 7 plagas postreras o apocalípticas son literales y previas a la segunda venida del Señor igualmente, y que, siendo la batalla del Armagedón la sexta de dichas plagas, ésta debe efectuarse en dicho momento.

Pero lo anterior no debería verse como la única manera de interpretarse (después de todo la profecía no es de interpretación privada o única). De hecho, exegéticamente en dicha interpretación hay algunas inconsistencias dignas de un análisis profundo y de una revisión exhaustiva. Con lo anterior no pretendo restarle valor, puesto que personalmente considero que dicha interpretación ha tenido mucho valor histórico y que Dios la ha usado para llevar a cabo varios de sus propósitos en siglos anteriores; de la misma manera en que los discípulos no entendían bien varias de las profecías bíblicas referentes a su tiempo pero aun así cumplieron con los propósitos divinos, o de la misma forma en que el movimiento milerita no entendía bien lo que las profecías marcaban pero aun así Dios los usó de acuerdo a sus propósitos.

El Armagedón.
En el propio texto de la sexta plaga leemos lo siguiente: "El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates; y el agua de éste se secó, para que estuviese preparado el camino a los reyes del oriente. Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas; pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso. He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza. Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón." (Apoc. 16:12-16).

Normalmente se comienza el estudio del Armagedón con el análisis de la propia palabra (que únicamente aparece en el Apocalipsis, en ninguna otra parte de la Biblia). Pero nosotros no. Comenzaremos con la estructura en que el texto de la sexta plaga está expresada. En ella pareciera haber 3 actores principales y 3 secundarios: el Dragón, la bestia y el falso profeta serían los principales y los tres espíritus inmundos a manera de ranas serían los secundarios. En el propio texto dice cual es la razón por la cual salen de la boca estos espíritus como ranas: "van a los reyes... para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso". Ellos evidentemente tienen la misión de reunir a las naciones para una batalla. Pero lo interesante es que el propio texto en griego hace un vuelco entre la palabra reunir del versículo 14 y la palabra reunir del versículo 16.

En el versículo 14 la palabra griega que aparece traducida como "reunirlos" es la palabra "sunagagein" que es "reunir" (en infinitivo). Es claro que los espíritus inmundos a manera de ranas (en plural) son los que tienen el objetivo de reunir a los reyes y por ende a las naciones para la batalla. Pero el versículo 16 dice: "y los reunió...", la palabra griega cambia y ahora es "sunagagen", que su traducción efectivamente es "reunió", en tercera persona del singular, no en infinitivo, como aparece en el verso 14. Eso nos lleva a concluir que hubo uno (singular) que fue quien reunió todas las huestes para la batalla, no un conjunto.

La visión (o la sección) de las plagas comienza en el capítulo 15 del Apocalipsis y termina hasta el 17, por lo cual abarca 3 capítulos enteros. De hecho el libro de Apocalipsis (que es una sola profecía según su introducción y conclusión, Apoc. 1:3; 22:18) está subdividido por secciones. Si tomamos únicamente el 15 y el 16 como los capítulos referentes a las plagas estamos dejando fuera el capítulo que nos ayuda con algunos símbolos para descifrar dichos capítulos: este es el capítulo 17. Comienza diciendo: "Vino entonces uno de los ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo diciéndome: ven acá, y te mostraré la sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas." (vers. 1) Lo interesante es que antes de este versículo no hay ninguna ramera en todo el Apocalipsis. Cuando Juan comienza a ver esta sección de la visión mira dos cosas: la mujer (la ramera) y una bestia. El ángel por su parte le dice lo siguiente: "¿Por qué te asombras? Yo te diré el misterio de la mujer, y de la bestia que la trae..." (vers. 7) Así que el ángel comienza por las bases.

La bestia.
"La bestia que has visto, era, y no es; y está por subir del abismo e ir a perdición; y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida, se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será." (vers. 8) La palabra "abismo" que aparece aquí ya había sido referida con anterioridad en el propio libro. En el capítulo 9 se nos habla de "una estrella que cayó del cielo" que "se le dio la llave del pozo del abismo". La estrella que cayó del cielo es una referencia directa a Satanás (Is. 14:12,15), que era el "lucero de la mañana" (una estrella) y fue derribado al "abismo". Por si fuera poco el mismo capítulo 9 nos dice que del abismo sale un ejército numeroso y fuerte (usa los mismos símbolos del libro de Joel), las huestes demoniacas. Y cuando concluye la 5a trompeta dice: "Y tienen por rey sobre ellos al ángel del abismo, cuyo nombre en hebreo es Abadón, y en griego Apolión" (Apoc. 9:11). Juntando los elementos no queda duda: un ángel, que cayó del cielo, que se le llamaba lucero o estrella, que lidera el ejército de demonios. No puede ser otro que Satanás en persona.

Otra evidencia de la anterior conclusión es la palabra que se encuentra traducida como "perdición" ("La bestia que has visto, era, y no es; y está por subir del abismo e ir a perdición;"). Dicha palabra es "apoleían" cuya raíz es "apolión", que es "destrucción". Es evidente la conexión entre esta "bestia" y del capítulo 17 y el "ángel del abismo" del capítulo 9 es directa, se trata de hecho de la misma persona: Satanás.

Todo lo anterior fue expuesto por causa de la sexta plaga, el Armagedón, pues en ella leemos precisamente que hay un dragón, una bestia y un falso profeta. Quise comenzar con la bestia y no con el dragón porque habría poca dificultad en comprender que el dragón en el Apocalipsis es la misma persona de Satanás ("y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás", Apoc. 20:2; véase también Is. 27:1). No un "disfraz" de él, sino él mismo, personalmente. De la misma manera cuando aborda en este mismo verso (Apoc. 16:13) a la bestia no se refiere a "un sistema" en el cual se "disfraza" Satanás, sino que está diciendo que él personalmente, físicamente, está presente. Antes de abordar al "falso profeta" hay un punto más que quiero resaltar.

Series numéricas en el Apocalipsis.
El Apocalipsis emplea las series numéricas de forma frecuente. Las emplea de forma simbólica. Así encontraremos que cuando dice frases como "a toda nación, tribu, lengua y pueblo", emplea una serie de "4" (nación 1, tribu 2, lengua 3, pueblo 4) para referirse al factor común que las palabras tienen: personas. Al usar la serie numérica nos quiere hacer notar que se refiere a "todos los habitantes del mundo". Por ello la serie numérica de "4" se refiere a "la totalidad" (otro ejemplo de esto es "los cuatro ángulos de la tierra" para referirse a toda la tierra). Pero la serie de "4" no es la única que existe en el Apocalipsis. Hay varias de hecho, pero nos concentraremos en la que atañe a nuestro estudio.

La serie de "3", se utiliza de la misma manera que la de "4" que referimos anteriormente. Sin embargo el símbolo es distinto. La serie de "3" se utiliza para dar énfasis a lo que se quiere expresar. El primer ejemplo que daré es el Apocalipsis 8:13, que dice: "y miré y oí a un ángel volar por en medio del cielo, diciendo a gran voz: ¡Ay, ay, ay, de los que moran la tierra, a causa de los otros toques de trompetas que están para sonar los tres ángeles!". Aquí el Apocalipsis emplea la serie de "3" en la palabra "ay", para dar un énfasis en dicha palabra, para que el concepto que la palabra expresa no se pase por alto. Nos podemos dar cuenta entonces que al decirnos 3 veces "ay", nos está queriendo decir: "no pases por alto que lo que viene es terrible".

Encontramos de igual manera esta forma simbólica de hacer énfasis (la serie de "3") en el mensaje de los tres ángeles del capítulo 14. La importancia (el énfasis) radica en el concepto básico que es común en las tres partes del mensaje. Al ser tres ángeles los que traen el mensaje y no uno solo, nos quiere decir que "el mensaje es de suma importancia, no lo pasen por alto".

El falso profeta.
Pues en la sexta plaga, el Armagedón, nos encontramos con la misma serie de "3". Repite tres veces la palabra "boca". De hecho nos hace notar que de la boca salen exhalados los demonios ("espíritus inmundos"). Sin embargo, por ser una serie de "3" es evidente que nos está queriendo decir que hay mucha importancia en saber de quién (de dónde) salen estos demonios. Siendo el dragón el propio Satanás en persona, y siendo la bestia, como ya hemos concluido, el propio Satanás en persona (no un "sistema" del cual se "disfraza" Satanás), ya tenemos suficiente para pensar que el "falso profeta" es el mismo Satanás en persona también.

Bíblicamente un profeta es alguien que tiene un mensaje de parte de Dios (la voluntad de Dios) para darlo a los humanos. En el Apocalipsis no es distinto, puesto que en el mismo capítulo primero dice lo siguiente: "La revelación (el Apocalipsis, en griego) de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan" (Apoc. 1:1). La formula es la siguiente: Dios le da el apocalipsis a Jesús, Jesús se la da a su ángel, el ángel se la da a Juan y Juan se la da a los siervos de Jesús. Es evidente que Juan, al ser profeta, recibe el mensaje de Dios, el primer eslabón de la cadena, para comunicarlo a los seres humanos, que son el último eslabón de la cadena.

Pero si un profeta es falso, éste pretende tener un mensaje de parte de Dios para los humanos, pero de forma fraudulenta, en otras palabras, no es verdad que el mensaje viene de Dios. Satanás, en persona, pretenderá tener un mensaje de parte de Dios, que dirá que es su voluntad.

El apocalipsis está escrito, como ya hemos visto, en claves o símbolos. Dichas claves o símbolos son en realidad referencias al Antiguo Testamento. Precisamente en el Antiguo Testamento encontramos una profecía que Dios dio a través de Moisés: “Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis Palabas en su boca, y él les hablará todo lo que yo mandare.” (Deut. 18:18) Podríamos entender que Moisés se puede referir en este texto a cualquiera de los profetas que haya vivido en el tiempo de Israel. Pero los judíos lo entendían de una forma más profunda.

En el libro de Mateo, en el capítulo 21, el Señor Jesús mandó preparar la entrada triunfal a Jerusalén. Cuando los judíos le vieron entrar comenzó una manifestación, una proclamación al Señor. Es descrita así: “Y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino. Y la gente que venía delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!” (Mat. 21:8-9). Todos los títulos con que se aclamaba al Señor Jesús en dicha procesión eran títulos propios del Mesías. Es obvio que ellos estaban identificando al Señor con el Mesías, el que había de venir a liberarlos de la esclavitud. Pero no termina ahí el relato, continúa de la siguiente forma: “Cuando entró él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, diciendo: ¿Quién es éste? Y la gente decía: Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea.” (Vers. 10-11).

En hebreo la palabra “Jesús” significa “salvador”, es de notar que ellos entendían la palabra salvación con una relación estrecha al profeta que Dios les había prometido que les enviaría. “Jesús el profeta” y no “Jesús un profeta” era lo que ellos respondían cuando se les preguntó la razón de la aclamación. En la multiplicación de los panes registrada en el libro de Juan, en el capítulo 6, cuando todos quedan saciados, y todavía se recogen las 12 cestas con lo que sobró de alimento, la gente (que se dio cuenta de que Jesús había multiplicado el pan) dijo algo interesante: “Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo.” Es evidente nuevamente la liga mental que tenían los judíos entre el profeta y el Mesías. Que de hecho no creían que era sólo para ellos, sino para todo el mundo.

Pues Satanás se hará pasar igualmente por el profeta. Pretenderá tener un mensaje de parte de Dios, y él, haciéndose pasar por el Señor Jesús, dirá que todos deben obedecer a dicho mensaje. En ese momento él también es el falso profeta, en persona. La serie de "3" nos está diciendo en ese versículo: "no se equivoquen, no se desvíen en la percepción de quién es el que hace todo esto, es de suma importancia que lo entiendan".

Conclusión.
Una de las estrategias de Satanás a lo largo de la historia de la redención, de la historia del gran conflicto, es que nadie sepa de su existencia. Cuando las personas (o en el principio los ángeles) no creen que existe, es entonces cuando se descara, puesto que ya no pueden ver que es él, sino lo que pretende ser. Satanás simulará la segunda venida de Cristo, de una forma tal que todos los que lo vean serán engañados. Todo el mundo se verá envuelto en el más fascinante acto de usurpación hasta entonces. Pero de igual manera, al terminar el milenio, cuando suceda la segunda resurrección, él mismo, en persona nuevamente, volverá a engañar a todo el mundo para la batalla final, "el gran día del Dios Todopoderoso" (Apoc. 16:14), en el cual Dios terminará con el problema del pecado por toda la eternidad. Cuando se dirá por tercera y última vez: "Hecho está" (la séptima plaga, Apoc. 16:17).

Ésta es una profecía de doble cumplimiento (Ver Hechos 2:1-21 y Joel 2:28,31-32). Tiene un cumplimiento parcial en la segunda venida, pero su verdadero o completo cumplimiento es en la tercera venida del Señor Jesús. De ser esto cierto, la previa, o sea la quinta plaga, sería el milenio, donde la bestia (Satanás en persona) se queda con su reino (el mundo) en tinieblas, desolado y vacío, igual que en Génesis 1:2: en el abismo, de dónde es, y donde quedará atado (Apoc. 20:1-3). Y la séptima plaga sería la destrucción final por el terremoto y el granizo (en la segunda venida, Jesús destruye a los malos con el "resplandor de su gloria", no con granizo; Mat. 24:30; 2 Tes. 2:8). Tal es, de hecho, la secuencia seguida en las plagas.


Juan Carlos

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